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Artículo | 29 Mayo, 2020

En memoria de José Rafael García Acosta

Los miembros venezolanos de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la UICN y toda la comunidad de las Areas Protegidas de Venezuela estamos de luto por el fallecimiento del ingeniero agrónomo José Rafael García Acosta (1926-2020), fundador del Servicio de Parques Nacionales de Venezuela y su director por 30 años consecutivos. José Rafael inició su trabajo profesional en 1951 en la Dirección de Recursos Naturales del Ministerio de Agricultura y Cría, bajo la guía de Gerardo Budowski (quien posteriormente fuera Director General de la UICN) y de Leslie Holdridge, a la sazón, consultor de dicho ministerio.

Bajo la égida de García se implementó el primer plan para el sistema de áreas protegidas de Venezuela, concebido en 1958. Cuando se le asignó la estructuración de un servicio nacional para la gestión de los parques nacionales (1958) Venezuela contaba con apenas 2 parques nacionales y 2 monumentos naturales. Con su apoyo Kenton Miller, ex presidente de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la UICN, realizó su tesis de maestría en una propuesta de planificación para el nuevo parque nacional Canaima de Venezuela (1962).

Cuando fue jubilado en 1986 García dejaba su cargo de director habiendo logrado la creación de 25 nuevos parques nacionales y 11 monumentos naturales que estructuraban un sistema que abarcaba el 8% del territorio nacional. Su legado es inmenso no solo en la gestión de áreas protegidas, sino en la investigación aplicada a la restauración de bosques semideciduos a partir de sabanas antrópicas, las cuales aplicó especialmente para el parque nacional El Ávila, uno de los casos más emblemáticos de restauración ambiental en la historia de Venezuela. Creador del cuerpo de guarda parques, y del cuerpo de bomberos forestales que introdujo la profesionalización en la prevención y el combate de incendios forestales, casi pierde la vida sofocando un incendio en el parque nacional El Ávila en 1964, que le dejó secuelas físicas permanentes.

Coordinó la creación del primer parque nacional marino en la región, el Archipiélago de Los Roques, como aporte de Venezuela al II Congreso Mundial de Parques en Yellowstone (1972). Sin precedentes para su época fueron sus logros en el rescate de ecosistemas de arrecifes de coral y manglares como en el caso del parque nacional Morrocoy (1974-1978), así como en la restauración de cuencas hidrográficas para asegurar los servicios ecosistémicos de agua potable para grandes ciudades, como en el caso de los parques nacionales Macarao y Guatopo. Una política de salvaguarda de los pueblos indígenas fue instaurada bajo su dirección, que aseguraba que los parques nacionales, especialmente en la Amazonía-Guayana y en la Sierra de Perijá, fuesen territorios protegidos para las comunidades y culturas amerindias. Bajo su conducción Venezuela tuvo un rol de liderazgo en la red regional de FAO bajo la coordinación de Kyran Thelen, manteniendo excelentes relaciones de amistad y cooperación con sus pares de países hermanos, especialmente en la gestión de Heliodoro Sánchez de Colombia, de Mario Boza en Costa Rica y de María Tereza Jorge Pádua en Brasil, así como una prolongada y fructífera relación de cooperación con el Servicio de Parques Nacionales de los Estados Unidos.

La huella de José Rafael es imperecedera y marca un elevadísimo estándar de calidad y compromiso para las generaciones presentes y futuras, no sólo en Venezuela sino en Iberoamérica. Sus logros fueron reconocidos en vida con el prestigioso premio Fred Packard que otorga la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la UICN en el año 1982, en el III Congreso Mundial de Parques en Bali, Indonesia.

 

JOSÉ RAFAEL GARCÍA in Memoriam

El pasado 26 de abril falleció Jose Rafael García Acosta. Reconocido en Venezuela como el padre de los parques nacionales, el "Doctor García" - como habitualmente era llamado en los pasillos de la dirección de parques nacionales- (también recibió otros alias entre colegas y obreros,  "Viejo García" y "El Quema'o"), fue una piedra angular en la conservación de los recursos naturales en su país. Daba lo mismo cualquiera de sus apelativos, porque nada ha sido de mayor importancia que su impronta huella que va más allá de dos generaciones de técnicos dedicados al manejo de áreas protegidas. 

En opinión personal el Viejo García  fue un personaje recio, de conspicua personalidad, lacónico en hablar y escribir, observador y hermético en su trato, pero transparente ante toda persona sin importar rango o status. Ocasionaba el silencio a su paso por los pasillos de su Headquarter, igualmente por las áreas de los parques nacionales por donde rondaba. Regresar todo saludo con mirada plomiza era habitual, y sin embargo había un dejo de humanidad en ello. Su rol como lider y jefe abarcó enormes dimensiones, y por tal razón traigo acá un ejemplo. En 1977 mi colega Pedro Vernet tocó a la puerta de la oficina del Viejo García para pedirle su ayuda porque estaba decidido dedicar su vida a la conservación de la naturaleza. Pedro Vernet contaba entonces con apenas 12 años de edad. Ese mismo día el Viejo lo orientó, y hoy Pedro es un agradecido experto en conservación de tortugas marinas. El indiscutible padre de tan maravilloso y creciente sistema de Parques Nacionales se hacía sentir en su incansable labor humana, técnica y administrativa, que iba más allá de lo burocrático. Fue como un padre para sus discípulos y en su actuar técnico fue por sobre todo un hombre de campo que usaba su ingenio, instinto  y empeño para superar obstáculos. Una comunión de caracteres que le proporcionó su mayor fuerza y naturaleza. 

Moldear un sistema en su forma de gestión fue un arduo trabajo de largos años de lucha, que lo obligó a maniobrar entre la política nacional, recursos económicos limitados, la conducción del personal técnico y una crítica opinión pública siempre encima. En un país donde la firmeza del conductor de tan importante sector público debe mantener una línea de trabajo, estuvo siempre al frente con la cabeza en alto para saber decir un "no" ante cualquier acto impropio. Su espíritu indomable estuvo incluso allí cuando un incendio forestal lo dejó postrado en una cama de hospital. Pero regresó con huellas imborrables del fuego y con ellas mantuvo su postura. No hubo contratiempos que le hicieran perder el paso en la conformación de la Venezuela que quiso modernizarse para estar presente el concierto de naciones, y participar en la construcción de un país modelo en la región. 

No pienso que se lo haya propuesto como meta primordial, pero fue como algo atado a su carácter. Quizás sin pensarlo, su obra resultó como ejemplo para otros sistemas de parques nacionales del continente. Un impacto en su obra iba detrás de otro, un paso suyo arrastraba a su equipo técnico tras él. Siempre avanzando como pionero tuvo la visión de impulsar la creación del primer parque nacional marino para Venezuela: "Los Roques", un logro a nivel internacional que reportó ante el Segundo Congreso Mundial de Parques Nacionales, en 1972 (Yellowstone, USA), como contribución de Venezuela a las celebraciones. 

Y no se trata solo de hechos aislados, sino de su empeñoso trabajo de campo. Por ejemplo, ya a mediados de 1959, como ingeniero agrónomo había realizado  labores de reforestación en las degradadas faldas de la montaña de El Avila. Allí a modo de prueba y error experimentó en el recién creado parque nacional con especies de rápido crecimiento, entre ellas Eucalyptus, cuando aun no se reportaban los efectos secundarios de ese árbol. Porque fijaba su meta en el inmediato control los incendios forestales, intentando cubrir reforestar las sabanas de origen antrópico cubiertas ahora de vegetación  sensible al fuego. Allí donde destaca la hierba Melinis minutiflora, probablemente la peor planta invasora que ha influido negativamente en la ecología de paisajes enteros en el norte de América del Sur (W. Meier, com. pers.). Y en tal afan el Viejo García descubrió que allí mismo contaba con un arbol nativo, Oyedaea verbesinoides, quizás la especie nativa más importante del Parque Nacional Ávila. De este éxito publicó su reporte técnico sobre esta especie como pionera en la reforestación (García J.R. & C.M. Rávago, 1960, Ministerio de Agricultura y Cría, Direcc. Rec, Nat.).

Asistió al Tercer Congreso de Parques Nacionales celebrado en Bali, Indonesia en 1982, donde le fue conferido el Premio Fred. M. Packard. Y en 1986, tras 30 años de gestión pasó a retiro. Para ese momento el sistema de parques nacionales contaba con 26 parques nacionales. José Rafael García, alias Doctor, alias El Viejo, alias El Quema'o, sabía que su obra estuvo dedicada a un mundo natural pulsante. Obra y vida fueron como llevadas de las manos de conservacionistas de la talla de un John Muir, en una combinación de crear conciencia sobre la necesidad de proteger la naturaleza, unida a la capacidad de convencer al mundo político para la creación de áreas naturales protegidas. 

A sus 80 años de vida se le podía encontrar ascendiendo alguna de las cumbres más altas de El Ávila, la montaña que se había convertido en su pasión. Pero la biología de todo ser viviviente es limitada, y paso a paso se fue apagando el azul plomizo, la luz que alumbró un camino que él mismo, por propia cuenta y obra, lleno de glorias, de parques nacionales.

Otro premios recibidos por José Rafael García Acosta fueron la Orden Libertador (Venezuela, 1964), la Orden Orange Nassau de los Países Bajos (1977), la Orden Henri Pittier en su 1°. Clase (Venezuela, 1981) y la Orden Golden Ark de los Países Bajos (1984).

- Rafael Garcia (Venezuela), 01.05.2020

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